Cinco millones de personas fallecen cada año por su exposición a sustancias químicas.
Desde antes de nacer hasta nuestra muerte vivimos expuestos a cientos de sustancias químicas tóxicas como nunca antes en la historia de la humanidad. Pueden estar en los productos que usamos todos los días: en la pasta de dientes, los plásticos, los muebles, el ordenador, en nuestro trabajo, y en el ambiente: en el agua, aire, suelo o los propios alimentos. Muchas veces estamos expuestos a esta contaminación química sin darnos cuenta, de manera que no lo perciben nuestros sentidos, en pequeñas dosis pero de manera crónica y múltiple. Sin embargo, la regulación y control de estos productos no es proporcional a su peligrosidad
La expansión mundial neoliberal de la industria química ha provocado la globalización del riesgo químico que debemos detener más allá de cambiar nuestros hábitos de consumo individual, mediante regulaciones y controles nacionales e internacionales que vayan retirando del mercado los productos más dañinos y amplíen nuestros derechos a tener un cuerpo, trabajo, alimento y comunidad libres de contaminantes ambientales.