Los niños esclavos del pintalabios

Son miles en la India. La mano de obra más barata en minas a cielo abierto de donde se extrae la mica, un codiciado cristal sucio que se utiliza para pintalabios y sombra de ojos. Una trágica paradoja: se les roba la infancia para que millones de consumidores luzcan una bella sonrisa

16 de Abril, día internacional contra la esclavitud infantil

“Es realmente irónico que el trabajo de miles de niños a los que se les está robando la belleza de la vida, acabe sirviendo para que la gente rica se maquille y parezca más atractiva”. Las palabras de Bhuwan Ribhu, abogado de la ONG Bachpan Bachao Andolan, y uno de los mayores expertos en tráfico de menores esclavos en la India, hablan de Sonu, de Devli, de Manan… Críos explotados de sol a sol para que cientos de millones de mujeres se sientan bellas.

Hay algo que tienen en común casi todos los pintalabios comercializados en el mundo, independientemente de su marca, de su precio o del fabricante: el empleo de mica, un mineral de aspecto parecido al cristal sucio del que la India es el principal productor mundial. Pero un recurso como este, que debería llevar la riqueza a las zonas de donde se extrae, acarrea la desgracia a miles de niños que deben trabajar como esclavos en minas al aire libre.

En Palamur, un empobrecido rincón del sur de la India, familias enteras se levantan cuando aún es de noche. Deben caminar varios kilómetros para llegar a una de estas minas antes de que apriete el calor.

Sonu, de 8 años, es uno de los niños empujados a trabajar durante horas, con las manos desnudas. Sabe que un día sin encontrar dhivra (mica, en hindi) puede significar un día sin comida. Sus padres, reciben un salario de unos 15 euros al mes, a Sonu y a los demás niños de la mina, el sirdar -el patrón- sólo le dará un puñado de rupias si encuentra una de esas piedras translúcidas que se esconden entre las rocas. La vida es tan dura aquí que cuando su madre cocina arroz, se lo pone empapado en el ácido zumo del tamarindo, que aumenta la sensación de saciedad. Sólo así alcanza el arroz para todos.

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Según los cálculos más prudentes, sólo en la provincia de Jharkhand hay 5.000 niños que aún están atrapados en esa esclavitud. Y si hablamos de los que trabajan en otras actividades, las cifras son tan altas que pierden su significado: hay 300.000 niños trabajando en Delhi, 50.000 de ellos en zaris, talleres clandestinos con regímenes de esclavos. El Gobierno indio reconoce que 10 millones de menores deben trabajar para vivir en la India, aunque organizaciones independientes elevan la cifra a 70 millones.

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De un modo parecido, la táctica de algunas multinacionales para evitar ver relacionada su imagen con proveedores que emplean mano de obra infantil, consiste en hacer firmar a sus socios del tercer mundo un documento según el cual se comprometen a no contratar a menores. Naturalmente, el contrato se cumple, ya que la mayoría de los trabajadores, niños y adultos, laboran sin papeles. Bhuwan Ribhu afirma haber visto en un taller cercano a Nueva Delhi, cómo unos niños que trabajaban para una conocida marca deportiva pegaban adhesivos con la frase «Child labour free» («Hecho sin trabajo infantil») en las cajas de los balones que cosían.

Gracias a la mica india, millones de rostros lucen labios más atractivos. Y debido a la falta de escrúpulos de políticos, empresarios y fabricantes, miles de niños indios saben que hay piedras más valiosas que su infancia. Para ellos resulta difícil sonreír.

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Fuente: Solidaridad.net . Puedes leerlo aquí